Otra generalización es el juego de suma no cero, en el que la suma de los pagos a los jugadores no tiene que sumar cero (o ninguna otra constante fija). Este caso refleja el hecho de que muchas situaciones de competencia incluyen aspectos no competitivos que contribuyen a la ventaja o desventaja mutua de los jugadores. Por ejemplo, las estrategias de publicidad para compañias que compiten por un mismo mercado pueden afectar no sólo la división de ese mercado sino también el tamaño total del mercado que comparte sus productos. Como es posible la ganancia mutua, los juegos de suma no cero se subdividen en términos del grado en que se permite que los jugadores cooperen. En un extremo se encuentran el juego no cooperativo, en donde no hay comunicación anterior al juego entre los jugadores. En el otro ejemplo está el juego cooperativo en el que se permiten discusiones y acuerdos antes del juego. Ejemplos que se podrían formular como juegos cooperativos son las situaciones competitivas que engloban leyes de comercio exterior entre países o los acuerdos que se toman entre patrones y obreros. Cuando existen más de dos jugadores, los juegos competitivos permiten también que se formen coaliciones entre algunos o todos los jugadores.
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